viernes, 3 de mayo de 2013

Versión para Blog: Islísima, Daniela Camacho (1980, México)

Plaquette de la Colección de Poesía Nómada
El rap del exilio
Islísima, de Daniela Camacho
Santiago de Chile, mayo 2013.


: tokio

(una voz/ no temas la propagación
el desplazamiento de la corteza terrestre
sólo ocurre en geografías mentales)

14:46. una ciudad amamantada por la luz, un archipiélago, la adquisición de mi lenguaje en ciernes.  la acústica de los elementos presagia una catástrofe.

madre
mira al mundo estremecerse.
mira mi columna vertebral, su curvatura, tú que aún conservas el significado de mi infancia entenderás esto:

la brutalidad me descubrió sin instrumentos. me hice al exilio sin más asidero que el pavor, como si con eso pudieran prevenirse los desastres.

a esta hora, las aves más hermosas son las más desorientadas.
a esta hora, las yeguas se pasean de un lugar a otro, se miran los costados, sudan. no quieren parir. quietísimas las más desesperadas: cuello uterino dilatado, contracción involuntaria. ¿nada puede protegerlas del miedo? por la vagina expulsan agua. los miembros del potro hacen su primera aparición, los hombros, la cabeza, y una vez que entra en la vida, lo hace para caer de nuevo al suelo.

bajo este escenario, yo soy una zona de derrumbes. ¿madre, puedes verme? nadie supo decirnos lo que era en realidad la lejanía. esta alteración, el sobresalto, todas las alarmas y un vaivén, un balanceo tan feroz, tan inhumano. debo abandonar la casa, reunirme con las otras mujeres, las he visto salir con sus hijos en los brazos. ahora sé que no hay embestida más violenta contra el cuerpo que una isla.

muy cerca de nosotras, el aceite penetra en la bahía. reconocemos el olor de los incendios. las manos juntas, el rostro como quien finge una serenidad.

alguien dice:

¾el invierno no es una estación propicia para morir. nos elevaríamos al cielo desordenando la caída de la nieve. habría que plantar un bosque en otro bosque.

quietud. corteza de magnolios. humo blanco. el arroz se ha quedado esparcido en pequeñas mesas familiares. frente a una ciudad a oscuras, sólo queda olvidarse de los ojos. detener los trenes. buscar un sitio cálido donde dormir. avanzamos con las cabezas cubiertas y el asombro y la duda. podría pensarse que vamos enlazados, cogidos de las manos. podría pensarse que no temen la desaparición. jishin, me digo, terremoto. las noticias dicen nueve. magnitud. lo poderoso y lo devastador. todavía no he rozado la orilla del espanto, estoy escuchando las estrellas.

el corazón de tokio es una cuna y mi mano accidentada lo mece.



: ishinomaki

el epicentro del terremoto se ubicó en el mar. al este de honshu. prefectura de miyagi, región de tohoku.

51 minutos después, fauces abiertas. esto es el espanto. el maremoto golpea la costa oriental.

ola de 10 metros, esto es la abundancia.
ola de 15 metros, esto es la devastación y la furia.
ola de 30 metros, esto es la abundancia y la devastación y  la furia.

hombres y mujeres que alumbran mi escritura están siendo engullidos. animales y templos, árboles, ventanas.

la desesperación es una falsa ceremonia cuando puede verse un barco agigantarse sobre el agua y encallar en una escuela y volverla escombros. ¿hay forma más vehemente de decir: aquí termina la infancia?

la desesperación es una falsa ceremonia: hay manos destinadas a ordenar antiguas tumbas. como si la vida de un pueblo que descansa entre colinas yaciera ahí para ser exterminada. 

lo imprevisto guarda un secreto de ave migratoria: flota en la orilla una novia en su kimono funerario tejido por las olas. nadie sabe si su rostro se embellece con la muerte o si son las conchas, la espuma parda en sus bóvedas inmensas lo que los aquieta.

hay una isla en medio del río que se adentra en la ciudad y desde ahí retumbarán los taikos. ishinomaki, la invadida de cuervos, tanta avidez hará bajar la primavera sin más accidente que el fulgor de las azaleas, vendrá con su nombre de mar despedazado y los niños tendrán visiones y sus ojos serán salvajes serán maravillosos.



: onagawa

un hombre se ríe maquinalmente. ¿es eso la desesperanza? contempla un cascarón deformado que antes fuera su casa.

un deslumbramiento. encarnizado. una ciudad sumergida. los pescadores se protegen con hechizos y alucinaciones. el movimiento y la putrefacción los acechan. ningún licor los adormece. la temperatura de los niños que se ahogaron les desata la fiebre.

de la boca descomunal de una sobreviviente: onagawa no existe.

islísima mía, ¿cuántos cuerpos hacen falta para serenarte?



: fukushima

Bajo los cables de alta tensión y las centrales nucleares,
la pobre vida del hombre.

BirgittaTrotzig

genpatsu-shinsai. hablamos la lengua del desastre: temblor de tierra. fusión nuclear. el enemigo permanece invisible.

alondras particularmente oscuras, casi descompuestas, como nacidas del sueño de un hombre ya contaminado, agitan sus temperamentos sobre la fosa común.

fisión de uranio enriquecido, ¿era necesaria la luz?
cesio, plutonio, yodo radioactivo. ¿eres un héroe? ¿un samurái?

alguien dice:

¾al interior de las estrellas, la fusión detiene su colapso gravitatorio. en la corteza terrestre, los hombres moriremos con el cuerpo desorbitado.

escucha, madre, han empezado a mutar las mariposas. se están deformando sus ojos. heredan malformaciones en antenas y patas. sus instrumentos de vuelo son cada día más frágiles.

las reses se alimentan de pasto envenenado. los perros morirán de soledad o de hambre.

hay alguien oscureciendo este peligro.

cuando creímos que el terror debía ser abolido, nos asaltó la duda. ¿y si el miedo fuera un regalo de la lucidez? ¿un líquido fosforescente para regar las azucenas? ¿flecha o alcohol que amotinara a nuestras bestias?

entonces cavaríamos con manos propias para enterrar nuestras córneas. todo con la gravedad de la última nevada.

entonces irrumpir en la zona prohibida por no saber cómo abandonar una osamenta. hay alguien oscureciendo este peligro. nos llevamos a la boca truchas de montaña, berenjenas, becquereles de cesio radioactivo.

a esta hora, madre, los desplazados están sufriendo problemas mentales. y en sus pesadillas:

ningún tren volverá a detenerse en la estación de ōkuma.


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