El rap del exilio
Islísima, de Daniela Camacho
Santiago de Chile, mayo 2013.
: tokio
(una
voz/ no temas la propagación
el
desplazamiento de la corteza terrestre
sólo
ocurre en geografías mentales)
14:46.
una ciudad amamantada por la luz, un archipiélago, la adquisición de mi
lenguaje en ciernes. la acústica de los elementos presagia una
catástrofe.
madre
mira
al mundo estremecerse.
mira
mi columna vertebral, su curvatura, tú que aún conservas el significado de mi
infancia entenderás esto:
la
brutalidad me descubrió sin instrumentos. me hice al exilio sin más asidero que
el pavor, como si con eso pudieran prevenirse los desastres.
a
esta hora, las aves más hermosas son las más desorientadas.
a
esta hora, las yeguas se pasean de un lugar a otro, se miran los costados,
sudan. no quieren parir. quietísimas las más desesperadas: cuello uterino
dilatado, contracción involuntaria. ¿nada puede protegerlas del miedo? por la
vagina expulsan agua. los miembros del potro hacen su primera aparición, los
hombros, la cabeza, y una vez que entra en la vida, lo hace para caer de nuevo
al suelo.
bajo
este escenario, yo soy una zona de derrumbes. ¿madre, puedes verme? nadie supo
decirnos lo que era en realidad la lejanía. esta alteración, el sobresalto,
todas las alarmas y un vaivén, un balanceo tan feroz, tan inhumano. debo abandonar
la casa, reunirme con las otras mujeres, las he visto salir con sus hijos en
los brazos. ahora sé que no hay embestida más violenta contra el cuerpo que una
isla.
muy
cerca de nosotras, el aceite penetra en la bahía. reconocemos el olor de los
incendios. las manos juntas, el rostro como quien finge una serenidad.
alguien
dice:
¾el
invierno no es una estación propicia para morir. nos elevaríamos al cielo
desordenando la caída de la nieve. habría que plantar un bosque en otro bosque.
quietud.
corteza de magnolios. humo blanco. el arroz se ha quedado esparcido en pequeñas
mesas familiares. frente a una ciudad a oscuras, sólo queda olvidarse de los
ojos. detener los trenes. buscar un sitio cálido donde dormir. avanzamos con
las cabezas cubiertas y el asombro y la duda. podría pensarse que vamos
enlazados, cogidos de las manos. podría pensarse que no temen la desaparición. jishin, me digo, terremoto. las noticias dicen nueve. magnitud. lo poderoso y lo devastador. todavía no he rozado la
orilla del espanto, estoy escuchando las estrellas.
el
corazón de tokio es una cuna y mi mano accidentada lo mece.
: ishinomaki
el
epicentro del terremoto se ubicó en el mar. al este de honshu. prefectura de
miyagi, región de tohoku.
51
minutos después, fauces abiertas. esto es el espanto. el maremoto golpea la
costa oriental.
ola
de 10 metros, esto es la abundancia.
ola
de 15 metros, esto es la devastación y la furia.
ola
de 30 metros, esto es la abundancia y la devastación y la furia.
hombres
y mujeres que alumbran mi escritura están siendo engullidos. animales y
templos, árboles, ventanas.
la
desesperación es una falsa ceremonia cuando puede verse un barco agigantarse
sobre el agua y encallar en una escuela y volverla escombros. ¿hay forma más
vehemente de decir: aquí termina la infancia?
la
desesperación es una falsa ceremonia: hay manos destinadas a ordenar antiguas
tumbas. como si la vida de un pueblo que descansa entre colinas yaciera ahí
para ser exterminada.
lo
imprevisto guarda un secreto de ave migratoria: flota en la orilla una novia en
su kimono funerario tejido por las olas. nadie sabe si su rostro se embellece
con la muerte o si son las conchas, la espuma parda en sus bóvedas inmensas lo
que los aquieta.
hay
una isla en medio del río que se adentra en la ciudad y desde ahí retumbarán los
taikos. ishinomaki, la invadida de
cuervos, tanta avidez hará bajar la primavera sin más accidente que el fulgor
de las azaleas, vendrá con su nombre de mar despedazado y los niños tendrán
visiones y sus ojos serán salvajes serán maravillosos.
: onagawa
un
hombre se ríe maquinalmente. ¿es eso la desesperanza? contempla un cascarón
deformado que antes fuera su casa.
un
deslumbramiento. encarnizado. una ciudad sumergida. los pescadores se protegen
con hechizos y alucinaciones. el movimiento y la putrefacción los acechan.
ningún licor los adormece. la temperatura de los niños que se ahogaron les
desata la fiebre.
de
la boca descomunal de una sobreviviente: onagawa
no existe.
islísima
mía, ¿cuántos cuerpos hacen falta para serenarte?
: fukushima
Bajo
los cables de alta tensión y las centrales nucleares,
la
pobre vida del hombre.
BirgittaTrotzig
genpatsu-shinsai.
hablamos la lengua del desastre: temblor de tierra. fusión
nuclear. el enemigo permanece invisible.
alondras
particularmente oscuras, casi descompuestas, como nacidas del sueño de un
hombre ya contaminado, agitan sus temperamentos sobre la fosa común.
fisión
de uranio enriquecido, ¿era necesaria la luz?
cesio,
plutonio, yodo radioactivo. ¿eres un héroe? ¿un samurái?
alguien
dice:
¾al
interior de las estrellas, la fusión detiene su colapso gravitatorio. en la
corteza terrestre, los hombres moriremos con el cuerpo desorbitado.
escucha,
madre, han empezado a mutar las mariposas. se están deformando sus ojos.
heredan malformaciones en antenas y patas. sus instrumentos de vuelo son cada
día más frágiles.
las
reses se alimentan de pasto envenenado. los perros morirán de soledad o de
hambre.
hay
alguien oscureciendo este peligro.
cuando
creímos que el terror debía ser abolido, nos asaltó la duda. ¿y si el miedo
fuera un regalo de la lucidez? ¿un líquido fosforescente para regar las
azucenas? ¿flecha o alcohol que amotinara a nuestras bestias?
entonces
cavaríamos con manos propias para enterrar nuestras córneas. todo con la gravedad
de la última nevada.
entonces
irrumpir en la zona prohibida por no saber cómo abandonar una osamenta. hay alguien oscureciendo este peligro.
nos llevamos a la boca truchas de montaña, berenjenas, becquereles de cesio
radioactivo.
a
esta hora, madre, los desplazados están sufriendo problemas mentales. y en sus
pesadillas:
ningún
tren volverá a detenerse en la estación de ōkuma.
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