lunes, 13 de enero de 2014

Versión para Blog: Réquiem, José Manuel López (Caracas, 1990)

Plaquette de la Colección de Poesía Naciente Venezolana
Anhedonia
Réquiem
Santiago de Chile, enero 2014




Horizonte
de fuego húmedo,
una ceja  
nos eriza   mitad concha   sin pupila.
Marfil
Chupa la res    escupe hueso,
Permitir
correr suero metalizado
haciendo relieve 
en tornillos
arañando
pedazos  de carne invertebrada  color niebla.

Incrustar
Un aullido flagelado
de vigilia .
Decapitar
Otro cristal   que  rosa las burbujas
                                           Muerde los ventíscales.

Y  extirpar
los zancudos  que nos celebran.
Habitar en la piel unicorde y  cerrar tus cartilagos
Para ver el circulo que se pega en tus labios de vagina silenciosa
Flor marchita  eres un vestigio de sombras 
que nos convoca a encuentro de terrazas guturales
a encuentro de crepúsculos mojados.

Noche de mañana eres un colibrí
que se abre en sarcógafos de rincones azules
como la serpiente emplumada
que era la melodía de las jaulas en el mar
con forma de aliento 
                                  extinguiendosé







El vientre quema mi ojo de colibrí 
y transforma lo amarillo en vulvas nocturnas
el dedo afeita a la máscara que esconde mi carne de avispa.

La noche se vuelve mar
Para reventar en nuestras cabezas de barro
Para trasmutar nuestra carne en la sangre  de  la arena
                                               en el antídoto solar
mantiene la respiración anclada a los pies
y mi nariz lacerada sobre la noche cae.







Orquesta
de pájaros   ladren a lengua cortada.

Beban
Saliva de encuentro,

Nazcan
En  el agua  que el silencio es melodía sangrando.

El cuerpo se parte en recuerdo trozo a trozo
sin líquido,

Grillos  luz de pantano
en la mañana  recita el  árbol    contra un réquiem de espumas
recita

el museo de formol.







En la efervescencia del mediodía dormiremos
y con un parque de latas a cuestas
festejaremos
el pus que rellena nuestros pies.

Con las uñas desde adentro
cayendo felices sobre el asfalto,
sosteniendo el pedazo de tierra que nos ancla a la gravedad
con su voz  de aire
 su cántico de árbol.
.
Haciendo  que el cielo se presente
Con sus túncias negras para hablarnos de las esquinas
que guarda el inframundo en su conrazón
recordándonos que el único abrigo para el nicho nuestro
es
          la  brisa  cuando nos pega en la cara
es
           el viento  cuando se abren los ojos a la luz del pino oscuro.







2 comentarios: