viernes, 1 de noviembre de 2013

Versión para Blog: Los versos de la noche atrapada, Oriana Echávez (Tovar, 1994)

Plaquette de la Colección de Poesía Naciente Venezolana
Ojos de Videotape
Los versos de la noche atrapada
Santiago de Chile, noviembre 2013



***



Esta fría tarde
en la que mis manos huelen a tristeza,
les pido que corran conmigo,
que nos comportemos como locos y borrachos,
que seamos felices,
que salgamos al mundo
y abracemos la belleza,
porque la tenemos
y pronto vamos a morir.
Las noches se nos pasan por la cabeza,
y no sabemos qué hacer con ella,
nos escondemos durante el día
detrás del intelecto de hombres muertos,
y parecemos tontos persiguiendo el amor.
Vengan y corran conmigo,
busquemos a las mujeres que queremos,
y gritemos al viento lo que sentimos.
Debemos mirar el mundo
con los ojos que escondemos entre la almohada.
Debemos correr entre los bosques oscuros
con el vino chorreando de nuestros labios.
El tiempo nos está cambiando.
Juguemos con nuestras manos entre las sombras,
porque la vida es ahora,
y se nos pasan los años
sin vivirla
mirando hacia atrás.
Venga y abráceme en la azotea
porque estoy a punto de saltar.
Abráceme,
abráceme,
que no estoy triste.
Lea conmigo los versos de la noche atrapada,
y riámonos de la tristeza.
Encuentre mi voz,
que hace mucho está escondida
y regálesela al firmamento.
Dejemos de buscar lo que tenemos,
porque nos vamos a cansar.
Y la vida,
esa cosa triste que no entendemos
ya se comenzó a apagar.




***



La noche
es la miseria de mi vida,
es recordar que creo existir,
es el sollozo de mi piel
que está sola,
que pide calor.
La noche
es el mundo sonriente
que se burla de mi desgracia.
Es el baile de la vecina
que llega borracha
porque está feliz,
o viceversa.
De noche
no cierro los ojos,
porque da lo mismo.
Estoy cubierta de tristeza,
y sólo la noche
es capaz de tragarse mis gritos.
Sólo la almohada,
mientras transcurre la noche
es capaz de tragarse mis lágrimas.
La noche
es ese breve espacio
en el que las caricias no me hieren.
Son esos minutos
en los que no puedo dormir,
y los pierdo
escribiendo su nombre sobre la pared.




***


Tarde, como esas noches en las que no se puede dormir, esas noches frías y lentas, que se me encajan en los ojos, porque ya no sé a dónde mirar. Sólo tengo ganas de despedirme de la última lágrima, esa que decidió marcharse dramáticamente, porque saque hasta sus maletas de mis ojos sin siquiera avisar. Tarde, en esa noche que apenas comenzaba, en la que sólo podía seguir el rastro de los libros de mi padre, entre una neblina densa y sofocante. Tarde era, cuando me tropecé con tu sonrisa, invocada en el silencio atrapado entre mis dientes. Tarde, cuando no me robaste los besos que me ardían en la boca. Tarde era, cuando desperté del sueño en donde todo parecía lejano, cuando apenas comenzaba.



***



Y nadie cree en el tormento,
del  que escribe con el corazón en el lápiz.
Nadie cree en las lágrimas nocturnas y desesperadas
de golpes en la pared y caricias en el suelo,
del que escribe porque le duele,
nadie cree en las noches que intentan
ser borradas de la memoria con ron blanco.
Nadie cree en las llagas de mis palabras
que me duelen cada vez que parpadeo.
¡Y usted!, ¡sí!,
al que no le gustan los poemas directos,
porque no cree que los poemas me duelen
aquí dentro,
porque usted no ahoga sus noches en cenizas de cigarros,
porque usted no escucha con el corazón.
Y mi cama siempre está húmeda
por tantas lágrimas que dibujan su nombre.
Y mis tacones ya se han roto
por correr detrás del misterio de la palabra linda y silenciada,
esa que no me duele,
pero así, como a usted no le gusta,
asimismo, a mí me duele.
Ahóguese en la poesía linda y caprichosa,
esa sin sentido
llena de colores ficticios,
porque lo que yo escribo
sólo puedo olvidarlo con unas gotas de alcohol,
ahí, es donde se ahoga mi corazón.




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